Un día de agosto distinto en La Manga, con muy poca gente en la playa, bandera amarilla ondeando por precaución, oleaje constante y algunas zonas cerradas por fuertes corrientes. La presencia masiva de medusas de huevo frito, conocidas científicamente como Cotylorhiza tuberculata, llamó la atención de los pocos bañistas que se aventuraron a acercarse al agua.
Estas medusas, de aspecto inofensivo y forma redondeada con centro amarillo, se diferencian claramente de la medusa morada (Rhizostoma pulmo), más grande y con una picadura más molesta. A pesar del viento y las condiciones poco habituales, la tarde fue agradable, con vistas al fondo de Cabo de Palos y un ambiente tranquilo que invitaba a la desconexión. Lo pasamos muy bien, recordando que no todo en la vida es trabajo: también hay que tomarse tiempo para descansar y disfrutar de los pequeños momentos.

La pareja hispanocolombiana de moda conquista La Manga en un agosto diferente
La Manga del Mar Menor, ese brazo de arena que separa dos mares y que en agosto suele vibrar con el bullicio de turistas, se convirtió en el escenario inesperado de una visita muy especial. La pareja hispanocolombiana que ha capturado titulares y corazones en redes sociales decidió pasar un día en este rincón murciano, justo cuando el clima, la naturaleza y el contexto social decidieron romper la rutina.
Un agosto poco común
Lejos del típico calor sofocante y las playas repletas, este agosto en La Manga se presentó con un viento constante que levantaba olas en el Mediterráneo y agitaba las aguas del Mar Menor, que alcanzaron temperaturas de hasta 32 °C.
Las medusas de huevo frito (Cotylorhiza tuberculata), con sus formas translúcidas y tonos violáceos, se multiplicaban en la orilla, obligando a los bañistas a mantenerse alerta. Muchos decidieron no entrar al agua, lo que dejó una estampa inusual: sombrillas solitarias, toallas sin ocupantes y un silencio que contrastaba con el bullicio habitual.
Anécdotas de La Manga que ya son virales
La pareja, lejos de incomodarse, se entregó al momento con alegría. Entre las anécdotas de La Manga que ya se comentan entre amigos y vecinos, destaca el instante en que ambos se lanzaron al agua, saltando entre las olas mientras las medusas de huevo frito flotaban a su alrededor. El viento empujaba el mar con fuerza, y el oleaje arrastraba sus cuerpos como si fueran parte del paisaje, en una danza espontánea entre espuma y risas.
Durante el paseo por la playa, él se adelantaba con gesto protector, apartando con la mano las medusas que se acumulaban en la orilla, lanzándolas suavemente mar adentro para que no rozaran a su amada. Ella caminaba descalza, recogiendo conchas y dejando que el viento jugara con su cabello. No hubo poses ni artificios, solo complicidad y ternura en cada gesto.
Ese tipo de momentos, tan sencillos como auténticos, son los que convierten una tarde cualquiera en un recuerdo imborrable. Y es precisamente esa naturalidad, esa forma de vivir sin filtros, lo que ha hecho que esta pareja conecte con una generación que busca lo real, lo espontáneo, lo humano.
La Manga como refugio de intimidad
Para muchos, La Manga en agosto es sinónimo de aglomeraciones, tráfico y largas colas en los supermercados. Pero para esta pareja, fue un refugio de paz. Caminaron por la orilla del canal del Estacio, cruzaron el puente levadizo y se detuvieron a observar los barcos que entraban y salían del Mar Menor. En un momento, se sentaron en una roca frente al Mediterráneo, compartiendo una bebida fría y contemplando el horizonte. Sin cámaras, sin poses, solo ellos y el mar.
El viento como protagonista
El viento, que ese día fue constante, se convirtió en un personaje más. Volaba gorras, agitaba toallas y convertía cada paso en una pequeña aventura. Pero también refrescaba el ambiente, permitiendo que el calor no fuera agobiante.
Algunos locales comentaban que era uno de esos días raros en los que La Manga en agosto parecía más abril que pleno verano. Y en medio de un contexto regional marcado por tensiones políticas y preocupaciones medioambientales, este respiro natural fue más que bienvenido.
Naturaleza en estado puro
Las medusas de huevo frito, aunque temidas por su picadura leve, ofrecían un espectáculo visual. Flotaban como pequeños planetas en suspensión, y los niños se acercaban con palas y cubos para observarlas sin tocarlas. La pareja se interesó por ellas, preguntando a un socorrista sobre su ciclo de vida y su presencia en el Mar Menor.
Esa curiosidad genuina por el entorno dejó una impresión positiva entre los locales. A diferencia de la Rhizostoma pulmo, la medusa morada más grande y urticante, la Cotylorhiza tuberculata es casi inofensiva y parte del equilibrio ecológico del mar.
Un brindis en el chiringuito
Al final del día, se les vio en uno de los chiringuitos más emblemáticos de la zona, brindando con una caña bien fría y unas tapas de pulpo al ajillo. El camarero, emocionado, les pidió una foto que luego colgó en su cuenta de Instagram con el texto: “Hoy nos visitaron dos estrellas, pero se comportaron como vecinos de toda la vida. ¡Gracias por la humildad y la sonrisa!”
Mi mujer se ríe de lo que escribo….. claro quizás en un futuro nos conozca toda Murcia, bueno mejor toda España y pase algo similar en la realidad. ¡Que nos pidan una foto! ¡Nosotros famosos del Tiktok que tanto le gusta ver!
Vídeo con anécdotas de la Manga de la pareja Hispano Colombiana de moda
Conclusión: La Manga, escenario de lo inesperado
Este día atípico se suma a las anécdotas de La Manga que hacen de este lugar algo más que un destino turístico. Es un espacio donde lo inesperado puede ser mágico, donde el viento y las medusas no arruinan la jornada, sino que la transforman en una experiencia única. Y cuando esa experiencia la protagoniza una pareja que irradia cercanía y alegría, el recuerdo se vuelve imborrable. Así es La Manga en agosto: impredecible, encantadora y capaz de sorprender incluso a quienes ya lo han visto todo.
Como siempre podéis ver mas publicaciones interesantes en nuestro Blog Hispano Colombiano y también un artículo externo que os va a gustar con curiosidades de la Manga del Mar Menor que quizás desconozcáis