El gato de Cali – Gato del Río

En una ciudad donde la salsa se respira, el sol acaricia las montañas y el río Cali murmura historias antiguas, hay un felino que no baila, no canta, pero que ha conquistado el corazón de todos. Se trata del Gato del Río, una escultura monumental que se ha convertido en ícono cultural, punto de encuentro, musa de artistas y protagonista de miles de fotografías. Pero este gato no es cualquier gato. Es un símbolo de identidad caleña, una obra de arte con alma, y el inicio de un paseo que mezcla creatividad, humor y belleza urbana.

El gato de Cali - Gato del rio.
El Gato de Cali también conocido como el Gato del rio, símbolo del arte urbano y la identidad caleña, vigila el río rodeado de coloridas esculturas que celebran la creatividad local.

El Gato de Cali: Historia, Arte y Misterio a Orillas del Río

La historia del Gato del Río comienza en 1996, cuando el escultor colombiano Hernando Tejada, nacido en Manizales pero profundamente vinculado a Cali, decidió donar una obra a la ciudad que lo había acogido. Tejada, conocido por su estilo expresivo, colorido y juguetón, creó un gato de 3.5 metros de altura, 3 toneladas de peso, fundido en bronce y con una mirada que parece observarlo todo y a todos.

La escultura fue instalada en la ribera del río Cali, en el barrio El Peñón, como parte de un proyecto de recuperación del espacio público. En ese entonces, el sector estaba deteriorado, y el gato llegó como una especie de guardián silencioso, un vigía artístico que transformó el paisaje urbano.

¿Por qué un gato?

La elección del animal no fue casual. Hernando Tejada tenía una fascinación por los gatos. En sus pinturas, grabados y esculturas, los felinos aparecían constantemente: ágiles, misteriosos, elegantes. Para él, el gato representaba la libertad, la curiosidad, la independencia. Y en Cali, ciudad de contrastes y pasiones, el gato encajaba perfectamente.

Además, el río Cali, que serpentea por la ciudad, tiene una historia ligada a la fauna local. El gato del río se convirtió en una metáfora viva: un animal que observa, que habita el espacio sin perturbarlo, que invita a la contemplación.

El Paseo de los Gatos: Cuando llegaron las gatas

Una década después de la instalación del Gato del Río, en 2006, la Fundación Tejada y la Secretaría de Cultura de Cali lanzaron una iniciativa para ampliar el legado artístico. Así nació el Paseo de las Gatas, una colección de 15 esculturas femeninas que acompañan al gato original, cada una intervenida por un artista diferente.

Estas gatas no son copias del gato de Tejada, sino reinterpretaciones creativas, con nombres, estilos y personalidades propias. Algunas son coquetas, otras filosóficas, otras abstractas. Juntas forman un recorrido artístico al aire libre que ha sido comparado con exposiciones urbanas como las vacas de CowParade o los osos de Berlín.

Algunas gatas destacadas

La Gata Presumida (Diego Pombo): con espejo, maquillaje y una actitud diva.
La Gata Enamorada (Nadin Ospina): cubierta de corazones, romántica y soñadora.
La Gata Caleñísima (Óscar Muñoz): una oda a la caleñidad, con elementos típicos de la ciudad.
La Gata Rubia (María Fernanda Cuartas): elegante, sofisticada, con aire europeo.
La Gata de Tejada: réplica en fibra de vidrio del original, pintada con colores vivos.

Cada una tiene una placa con su nombre y el artista que la creó, lo que permite a los visitantes conocer más sobre el proceso creativo detrás de cada obra.

Ubicación y cómo llegar

El Gato del Río se encuentra en la Avenida del Río, cerca del barrio El Peñón, uno de los sectores más tradicionales y turísticos de Cali. El acceso es libre y gratuito, y el paseo está abierto todos los días del año.

Puedes llegar caminando desde el centro histórico, en taxi o en transporte público. El lugar está rodeado de árboles, bancos, senderos peatonales y zonas verdes, lo que lo convierte en un espacio ideal para descansar, leer, tomar fotos o simplemente contemplar.

Un ícono de Instagram

En la era de las redes sociales, el Gato del Río se ha convertido en uno de los lugares más fotografiados de Cali. Su tamaño, su expresión enigmática y su entorno natural lo hacen perfecto para selfies, retratos artísticos y sesiones fotográficas. Muchos turistas incluso juegan con la perspectiva para «acariciar» al gato o posar como si estuvieran conversando con él.

Además, las gatas ofrecen una variedad estética que encanta a los amantes del arte urbano. Cada una tiene su propio estilo, lo que permite crear una galería visual diversa y colorida.

Recomendaciones para tu visita

Mejor hora: al atardecer, cuando la luz dorada baña las esculturas y el clima es más fresco.
Llevar cámara o celular con buena resolución: ¡las fotos valen la pena!
Explorar los alrededores: el barrio El Peñón tiene cafés, restaurantes, galerías y tiendas artesanales.
Visitar el Museo La Tertulia: a pocos minutos caminando, ideal para complementar la experiencia artística.
Participar en recorridos guiados: algunas agencias ofrecen tours culturales que incluyen el Gato del Río.

Más allá del arte: impacto cultural

El Gato del Río no es solo una escultura. Es un punto de referencia, un símbolo de transformación urbana, un ejemplo de cómo el arte puede revitalizar espacios públicos. Desde su instalación, el sector ha cambiado radicalmente: se ha convertido en un lugar seguro, atractivo y lleno de vida.

Además, el gato ha inspirado canciones, poemas, cuentos, murales y hasta souvenirs. En tiendas locales puedes encontrar camisetas, llaveros, tazas y postales con su imagen. Incluso hay eventos temáticos, como ferias de arte y festivales que giran en torno al felino.

El legado de Hernando Tejada

Hernando Tejada falleció en 1998, dos años después de donar el gato a la ciudad. Pero su obra sigue viva, no solo en el bronce del felino, sino en la memoria colectiva de Cali. Su estilo, marcado por la espontaneidad, el color y la conexión con lo cotidiano, ha influido en generaciones de artistas colombianos.

El Gato del Río es, en cierto modo, su testamento artístico. Una obra que no necesita palabras para comunicar, que invita a la reflexión sin solemnidad, que se integra al paisaje como si siempre hubiera estado allí.

Conclusión: Un gato que habla sin hablar

Visitar el Gato del Río es más que ver una escultura. Es sumergirse en una historia de arte, ciudad y transformación. Es caminar entre gatas que cuentan relatos visuales. Es entender cómo una obra puede cambiar un espacio, unir a una comunidad y convertirse en símbolo.

Así que si estás en Cali, no lo dudes. Ve al río, busca al gato, míralo a los ojos. Tal vez no te diga nada. O tal vez te lo diga todo.

Para ver mas publicaciones de Colombia podéis visitar la pagina principal de nuestros Blog Hispano Colombiano o a través del enlace a la categoría en la parte inferior de esta publicación. Mas Información sobre el Gato del río (Gato de Cali) en la Wikipedia.

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